Artículos: Desarrollo

Bondadosos desde la cuna

Fuente: PadresyColegios.com / Fecha: 12 de diciembre de 2011 / Categoría: Desarrollo

Autora: Teresa Alonso

¿Crees que los niños nacen con “buen corazón” o que, por el contrario, son, como se dice popularmente, “crueles”? Un reciente estudio lo deja claro: desde los 15 meses, los bebés son capaces de mostrar actitudes justas y altruistas con sus semejantes. ¿Quieres saber cómo conseguirlo?

Hace un tiempo se pensaba que hasta los siete años de edad los niños no eran capaces de tener sentimientos altruistas; es decir, de preocuparse y ocuparse del bienestar de los demás. Pero algunos expertos han podido demostrar que, mucho antes de lo que se sugería, es posible reconocer esta cualidad en los bebés. El último de estos trabajos, realizado por investigadores de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, ha puesto de manifiesto que a los 15 meses de edad los bebés ya muestran sentido de la justicia y del altruismo.

Para llegar a esta conclusión, se midió la atención que un grupo de bebés prestaba a dos vídeos. En el primero de ellos se repartían equitativamente galletas entre dos personas para luego distribuirlas de forma desigual; estos dos comportamientos se repetían en el segundo documento gráfico pero esta vez con jarras de leche. Pues bien, así se logró descubrir que los pequeños ponían más atención ante la desigualdad, pues permanecían más atentos a la pantalla cuando el reparto no era justo.

Posteriormente, y una vez identificado su juguete preferido, se comprobó que el 92% de los bebés que eran capaces de compartir su objeto predilecto eran también los que habían mostrado más interés por la desigualdad en el reparto de los alimentos, lo que ha servido a los investigadores para afirmar que hay niños más altruistas que otros desde que nacen y que este valor moral está presente bastante antes de lo que pensábamos.

El ejemplo de papá y mamá

Pero, ¿son éstas cualidades innatas, adquiridas, educables…? Los investigadores del estudio consideran que es probable que los niños capten de una forma no verbal, mediante la observación, ese tipo de comportamientos en su entorno más cercano. De la misma opinión es Teruca Jover, especialista en Educación Temprana de dPKs (Centro especializado en el desarrollo físico e intelectual del niño), de Madrid: “Entre los 15 y los 17 meses, los bebés se alegran cuando pueden ayudar y colaborar con los demás, siempre y cuando se sientan muy motivados por el reconocimiento de sus padres. Se trata de una etapa de juego imitativo; es decir, intentan imitar lo que hacen sus padres para recibir la recompensa”. Y añade: “Es un poco más tarde cuando el niño es capaz de ponerse en el lugar del otro; puede dejarle su chupete si ve a alguien llorar e incluso puede acabar llorando como forma de empatía. Esto suele ocurrir alrededor de los dos años. Pero para que esto se instaure tiene que seguir habiendo reconocimiento por parte del adulto”, recalca.

Así, pues, parece claro que, independientemente del temperamento de cada niño, que le puede hacer más proclive a determinadas actitudes, la influencia de la familia es decisiva. “La mejor manera de enseñar a nuestro hijo a actuar de forma justa y altruista es dando ejemplo en casa; así ellos lo irán adquiriendo poco a poco como algo natural y bueno”, subraya Teruca Jover.

¿La bondad se educa?

Seguro que te enterneces cuando tu hijo comparte algo o cuando corre a consolar a un amiguito que está triste… Debemos desterrar la idea de que los niños son “crueles” por naturaleza. “No creo que lo sean –explica Teruca Jover–, ellos dicen lo que piensan, pero no por ello son crueles. Quizá lo que deberíamos hacer los adultos es enseñar a nuestros hijos a ver las cosas positivas de los demás y recalcarlas; no a quedarnos con la parte negativa del otro”. Desde este punto de vista, el bebé tiene un magnífico potencial para fomentar sentimientos bondadosos, como la justicia, la generosidad y el altruismo.

Pero, ¿cómo hacerlo? Aquí tienes unas pautas básicas:

  • Quiérelo sin límites. Los psicólogos están de acuerdo en que el amor a un hijo nunca es demasiado. Cuando un niño se siente seguro en el seno de la familia y se sabe amado sin condiciones (que no es lo mismo que ceder a todos sus caprichos), es más probable que desarrollo ese mismo sentimiento ante sus semejantes. Por el contrario, si hay déficit de cariño o de atención por parte de los padres hacia su hijo, éste crecerá más preocupado por sí mismo que por los demás.
  • Sé justo, amable y respetuoso. El ejemplo paterno es la vía más directa para que un niño desarrollo sentimientos compasivos hacia los demás. El pequeño debe sentirse respetado y ver cómo sus progenitores respetan (no solo de palabra sino también con hechos) a quienes le rodean. Además, cuando un hijo se siente valorado y tratado con cariño adquiere ese modelo de comportamiento hacia quienes le rodean.
  • Anímalo con pequeños compromisos. El niño debe saber que sus padres se encuentran especialmente orgulloso de sus logros en este sentido. Cuando realice una buena acción, hay que comentarla con él y explicarle lo bien que está y lo mucho que se le valora.
  • Amplía su mundo. Hay libros, películas, historias de personas altruistas… que pueden servir de ejemplo para la familia. Dáselos a conocer.
  • Fomenta la empatía y aceptación. Ayúdalo a ponerse en el lugar del otro. Ante algo que no esté bien, antes que recriminarle directamente, pregúntale: “¿cómo crees que se siente tu amigo?, ¿cómo te sentirías tú si te hubieran perdido tu balón?, ¿cuál es la solución más justa a este problema?”. Además, es importante que en el colegio sepa prestar ayuda a compañeros que lo necesiten y que nunca menosprecie o se burle de otros que sean diferentes.
  • Déjalo equivocarse. “Al niño también le debemos dar tiempo a aprender y en este proceso debe equivocarse y no nos conviene enfardarnos sino mostrarle la manera adecuado de haber obrado (por ejemplo, compartir su coche con otro amiguito) y después darle un tiempo para que él decida si quiere compartirlo en ese momento o lo deja para más tarde”, recomienda Teruca Jover.
  • No lo etiquetes. Si tu hijo no se comporta según los cánones de la bondad, dale tiempo. “Todas estas virtudes es mucho mejor inculcarlas desde la cuna, pero, si por distintas razones no ha sido así, hay que seguir trabajando en este aspecto en las siguientes etapas para ayudar al niño a tener más sentimientos positivos que negativos. De esta manera tendrá una vida mucho más feliz”, recalca la experta. Además, es particularmente importante que cuando haga algo inadecuado, la reprimenda se centre en la acción y no en la persona. No le digas: “Eres malo”, sino: “Te has portado mal; eso que has hecho no está bien”. Luego, explícale por qué de forma breve, ya que el objetivo es que aprenda y no que se sienta culpable.

Otros estudios lo confirman

La capacidad de ser buenos y hacer el bien antes que el mal ya había sido reconocida en bebés muy pequeños en otro estudio anterior publicado en la revista Science. Así, un investigador del Instituto Max-Planck, de Alemania, había “descubierto” que a los 18 meses de edad los bebés ya reaccionaban de forma altruista. Para demostrarlo, Feliz Warneken, psicólogo y autor del trabajo, dejaba caer un objeto delante de un grupo de niños.

La reacción de los bebés fue la siguiente: cuando detectaban que el objeto se había caído de forma no intencionada, acudían gateando o caminando a recogerlo para dárselo al psicólogo, que no mostraba signos de agradecimiento para no influir en el resto. Eso sí, cuando los pequeños notaban que el objeto se había tirado a propósito, no sentían ganas de ayudar y lo dejaban en el suelo. Sorprendente, ¿verdad?

“Experimento Comparte” para niños (y mayores)

¿Qué harías si, sentado junto a otro adulto, descubres que su plato está vacío y el tuyo contiene comida? Los niños lo tienen claro. En “Experimento Comparte”, de Ayuda en Acción, 20 pequeños distribuidos en parejas entran en una habitación mientras esperan ser llamados para una hipotética sesión de fotos. Sentados a la mesa, cada uno levanta un cubreplatos. Uno de los niños de la pareja encuentra un apetitoso sándwich de cacao, y el otro, su plato vacío.

¿Qué crees que pasó? En todos los casos, y sin mediar la intervención adulta, los niños compartieron su merienda con el compañero. Detrás del experimento está la ONG Acción Contra el Hambre, que quiere concienciarnos así de que somos generosos por naturaleza, a pesar de las terribles desigualdades sociales en las que vivimos.

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